Perdón (II)

Mi tío Joaquín no perdió la calma en ningún momento y, sin aspavientos, me dio una de esas lecciones que nunca se olvidan. No habló del Holocausto, ni de su exilio; no mencionó ni la guerra ni a Hitler. Sólo -y aún le veo ante mi- me preguntó: “¿Tú sabes lo que significa eso que llevas en la frente?”. No recuerdo mucho más de aquella tarde, ni de mi respuesta ni de la posterior conversación, que me consta mantuvimos. Pero sí sé que no volví a ponerme la gorra y que, desde entonces, no he dejado de dudar y preguntarme por qué algo es como es y por qué aceptamos la realidad tal y como nos la presentan, sin el más mínimo análisis. Ante cualquier acontecimiento, ante cualquier idea, siempre me pregunto ¿pero sé lo que eso significa? Vivir da para cometer algunos errores y aquella gorra es uno de ellos, pero la lección que recibí ha ido adquiriendo cada vez más sentido. Hoy, mientras recuerdo esta conversación y se conmemora el 60 aniversario del cierre del campo de concentración de Auschwitz, no me hace falta preguntarme ¿cómo pudo pasar? Me basta con recordar que no siempre sabemos lo que significan símbolos y banderas. Y os pido perdón por aquella gorra.

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