De síntomas y ejemplos

No arranco con el análisis de la crisis, pero id acumulando ejemplos. Como este. Desde hace unos días, la prensa recoge el lanzamiento de una novela del escritor Javier García Sánchez que desarrolla la historia de una siniestra condesa húngara llamada Elizabeth Bathory, dedicada a fines del siglo XV a martirizar y atormentar doncellas en macabros y sangrientos rituales. Como argumento novelesco, fenómeno. Pero ¿por qué no he leído ni una sola palabra acerca de las extraordinarias páginas que ya escribió el simbolista francés Marcel Schwob acerca de ella? ¿Por qué nadie menciona la película Cuentos inmorales en la que Paloma Picasso (de verdad, no miento) interpreta a esa condesa sádica? ¿Es que nadie lee o ve cine? Que García Sánchez no diga una palabra es hasta comprensible, no vaya a ser que alguien vaya a una librería y pregunte y descubra a un escritor de verdad. O pregunte en Ocho y medio -siempre recomendable librería de cine- y compre el dvd con el film. Este es el primer eje de la crisis del periodismo: la ignorancia de quienes formamos parte de las redacciones. Un buen amigo y pariente, que trabaja en banca y ha sufrido algún atraco, me contó hace años qué es en el argot un ‘cogotero’: un individuo que se asoma por el cogote -o nuca- de su víctima para ver cuánto dinero saca y robarle por el medio que sea en cuanto pone un pie fuera de la sucursal. Lo saben todos los empleados de banca. Lo saben los policías. ¿Y los periodistas? Sistemáticamente, contumaces, inasequibles escriben: “los ‘cogoteros’ son ladrones que atracan a sus víctimas con un fuerte golpe en la nuca”. Y así con todo.

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