La crisis de los periódicos

Llevo varios meses oyendo y sobre todo leyendo acerca de este asunto, uno de los grandes favoritos de los autores de bitácoras, de los columnistas que analizan otros medios, los defensores de los lectores y, también, de profesores de variada especialidad en universidades de todo el mundo, con especial importancia en Estados Unidos. Credibilidad, lectores, capacitación profesional, los hilos del asunto se despliegan como afluentes del mensaje principal: la crisis de los periódicos. ¿Pero nace en algún sitio este río? ¿Tiene algún interés para los lectores de los periódicos dicha crisis? ¿Afecta de verdad al trabajo diario en las redacciones? Mientras la llamada industria cultural, el conjunto de empresas que viven de los libros, los medios de comunicación, y hasta los montadores de exposiciones, museos y en general cualquiera que viva de eso tan vago y tan perezoso que es la cultura, crecen y viven los mejores momentos económicos de su ya larga historia, casi no hay día en que los periódicos no incluyan alguna llamada, por pequeña que sea, a la movilización contra ‘la crisis de los periódicos’. Tal llamada, expresada como dogma por quien la formula, amparado en su prestigio como periodista, analista, profesor o estudioso, suele desenrrollarse en torno a dos aceradas púas que penden para explotarlos dos globos bien grandes y de seguro estruendosos: a saber, la pérdida de lectores y el alejamiento de los periodistas de los intereses de los lectores.

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