Cómo escuchar la música, de Aaron Copland

Autor de grandes sinfonías americanas y de muchas piezas para el cine, Aaron Copland es de los escasos músicos que dejaron una obra escrita, que publicó en 1939 y después rescató en castellano el Fondo de Cultura Económica en 1955.
Cayó en mis manos en los años oscuros, cuando descubrí que no me gustaba la música que oía, que me encontraba más identificado con otros sonidfos y armonías. Por centrarlo: cada vez me espantaba más Vivaldi y varios siglos de música con él. Y entonces, Copland llegó en mi rescate: "Cuanto más les recuerde la música un tren, una tempestad, un entierro o cualquier otro concepto familiar, más expresiva les parecerá. Esa idea vulgar de lo que quiere decir la música -estimulada y sostenida por la usual actitud del comentarista musical- habrá que reprimirla cuando y donde quiera que se encuentre."
Menos mal, no era yo solo el único que encontraba ramplón y repetitivo que la música reproduzca los sonidos de la naturaleza. No estaba solo en la defensa de la música de nuestro siglo, de nuestro tiempo, con los errores y aciertos que tenga: "Nuestros públicos han llegado a identificar el romanticismo musical del siglo XIX con el propio arte de la música." y "No sentir la necesidad de participar en la expresión musical de la propia época es cerrarse a una de las experiencias más emocionantes que puede darnos el arte de la música."
El libro no es un recorrido histórico a lo largo de compositores y autores, sino algo más sutil e interesante: una visión desde dentro de la música, de su propia estructura, de su fundamento y razones. Cabe que sea simple para los músicos o los profesionales, pero es de lectura obligada para los aficionados, precisamente para cumplir la sugerencia del americano: "La música sólo puede estar viva realmente si hay auditores que estén realmente vivos. Escuchar atentamente, escuchar conscientemente, escuchar con toda nuestra inteligencia es lo menos que podemos hacer en apoyo de un arte que es una de las glorias de la humanidad."
Asi que, más serialismo y dodecafonismo y menos romanticismo. Y música electroacústica for ever.

Technorati:

Comentarios

Entradas populares de este blog

El vertedero, de Djuna Barnes

El dinosaurio anotado, de Lauro Zavala

La función de la crítica, de Terry Eagleton