Gracias, Arturo

Arturo ha sabido siempre que yo no soy lector suyo, aunque jamás me he perdido uno solo de sus artículos. También sabe que no he alardeado de ello, y que me pesa apreciar solamente su talento en las distancias cortas, en los cachitos y los húsares. Nunca le ha importado. En algún rincón tengo mi ejemplar dedicado de su territorio comanche, que he comprendido pasado el tiempo y ahora suscribo en su totalidad.
Fueron doce años de cierta complicidad, hecha de paisajes syldavos y geografías de Melville y de Stevenson, de disquetes con temibles ficheros de wordperfect que se negaban a abrirse con el mac, de cursivas, comas y algún sumario mal elegido.
Ayer, el colorín que distribuye ABC y otros diarios, la que fue la revista de mayor tirada en lengua castellana del mundo, con permiso del Reader's Digest, celebraba sus veinte años de historia y Arturo Pérez-Reverte lo celebraba acordándose de la infantería, acordándose de mí.
Asi que, gracias Arturo, por la parte que me toca, y un abrazo sincero. Nos veremos en Moulinsart, con un Loch Lomond en la mano. O en el Danieli de Venecia, cualquier Nochevieja de éstas.

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