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Mostrando entradas de diciembre, 2007

Dislates del año

Tengo algunas reseñas pendientes pero el final del año es tiempo de hacer balance. Y hace mucho que no me desahogo en lo político, asi que vamos a ver lo que ha dado 2007 de si en materia de pésimas actuaciones de nuestros gobernantes. En Madrid, si hay un dislate monumental que pagaremos y sufriremos durante décadas es el enterramiento de la M30 ad maiorem gloriam del alcalde y su ingeniero estrella. No ha solucionado ni uno solo de los problemas de tráfico: los atascos son exactamente los mismos, en los mismos puntos y con la misma intensidad. Eso sí, la ciudad es ahora mucho más vulnerable a un accidente o a un atentado o a una buena tormenta. Un dislate mayúsculo es la actuación de la oposición ante la corrupción en la concesión de licencias de apertura de locales: todos lo sabían, nadie hizo nada y desaprovecharon la oportunidad de usarlo en las elecciones locales: ¿ en qué estaba pensando el PSOE ? ¿Y los medios afines? Otros dislates locales que se comentan por sí solos son: l

El matrimonio del cielo y del infierno

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No seáis mal pensados, no se trata más que del título de una de las obras más impresionantes del incomprendido poeta inglés William Blake . Buen pintor, grabador y polemista religioso, Blake es uno de los escritores más inquietantes que ha pasado por mis neuronas, y no será ésta la única de sus obras que pienso leer más adelante. Lo tiene todo: es perturbador, del siglo XVIII, es deliciosa e ingenuamente creyente y un adelantado en algunas ideas. Un poco Ballard avant la lettre, si se me permite la herejía. El matrimonio del cielo y del infierno resume un poco el carácter del pensamiento de Blake y de los muchos tormentos que su mente debió padecer. Libro poco convencional, grabado con imágenes del propio autor, es más una obra de arte total que un panfleto religioso, intención original de Blake al escribirlo. Las imágenes grabadas están unidas a las imágenes de sus textos, así que es recomendable leerlo en una edición que contenga también el facsímil de las planchas del libro. Por l

Primera Hispabrick

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Como no vivo sólo de trabajo y sesudas reflexiones, un poco de infancia -o de peterpanismo - de vez en cuando, ayuda a mantener en forma el cerebro. En la primera semana de diciembre se celebró en el centro comercial L'anec blau de Castelldefels el primer encuentro de aficionados al Lego de España . Una fiesta de afols (acrónimo de aficionados adultos al Lego) que resultó tan divertida como interesante, gracias a un montón de buena gente. Fui con las niñas, mi hermano y su mujer y sin la osita, lo que me permitió tres cosas: una, enseñarles a las niñas algunas experiencias de utilidad futura; dos, colaborar con mi hermano en un montaje de Lego por primera vez; y tres, echar de menos a la osita, que se quedó en Madrid dedicada a nuestra común familia. Piezas, charlas, estrés y un viaje largo pero que valió la pena. Aqui hay imágenes del fin de semana y aqui más información del acontecimiento. Y el año que viene más. También hablaron de ello: Hellfreak Runequest Y los portugueses

Reflexiones sobre el Twittmad

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Volviendo del Twittmad , la reunión mensual de usuarios de Twitter de Madrid me ha dado por pensar en nuestras huellas, en la identidad. No descubro nada si digo que no somos más allá de unos fragmentos en la memoria de alguien, que somos retazos de una conversación con terceros, fotografías desvaídas que sólo existen cuando alguien las mira. No por aquello de que la caída de un árbol en el bosque vacío sólo existe si alguien escucha el estruendo, no. Las fotografías existen al margen de los fotografiados, pero sólo somos alguien cuando nos reconocen en ellas, cuando nos devuelven a la vida. En el fondo, la fotografía no es más que una democratización del anhelo humano por la inmortalidad. Visto que no podíamos construir pirámides para todos, ni tampoco encargar retratos a un pintor, una fotografía que pasaba de una generación a otra era suficiente para garantizarnos cierta inmortalidad. Ahora internet ha añadido una dimensión extra a esos fragmentos. Internet nos da la inmortalidad.