Psicología de los objetos

No soy exactamente un geek, pero tampoco soy de natural torpe con los aparatos. Sin embargo, en muchas ocasiones, ante una puerta que no se abre, un grifo que no cumple su función o unas instrucciones especialmente farragosas, la sensación de frustración y de torpeza no me la quita nadie. Así que bendito Donald Norman que demuestra en este libro, tan sencillo de leer como sensato en su pensamiento.
La psicología de los objetos cotidianos explica -y sin utilizar más que una sóla vez la palabra ergonomía- cómo los diseñadores y las empresas son los responsables últimos de que seamos incapaces de manejarnos ante muchos de los productos y aparatos que nos rodean; y cómo el buen diseño puede hacer que un aparato especialmente complejo resulte muy sencillo de utilizar.
A través de ejemplos basados en sus propias experiencias como usuario y como investigador de la Northwestern University, Norman desarrolla toda una teoría sobre las condiciones y características que todos los objetos, los sistemas de control y los aparatos deberían tener para que los usuarios no arrastremos la sensación de ser torpes sistemáticamente. Y eso incluye los edificios y a los arquitectos con gustos estéticos capaces de diseñar una sala de proyecciones con claraboyas o lucernarios.
El libro adolece, no obstante, de un problema de actualización: es de 1988 y los ejemplos informáticos se han quedado tan atrasados que son más una colección de paleocomputación que de problemas reales. Aún así, los principios generales en los que se basa, las soluciones que plantea y las causas de los malos diseños siguen siendo vigentes.
Así que, ojo: no es que seas torpe, es que el aparato está mal diseñado.

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