La enseñanza, ¿tiene arreglo?

Como ya hablé de la responsabilidad y del yerno de Carlos Fabra, ese prócer, no creo que mi posición acerca del apestoso tema del espionaje pagado con mis impuestos en la Comunidad de Madrid sea un misterio. Eso sí, remontarse al Watergate empieza a ser también una ridiculez casi tan grande como llamar zona cero a cualquier lugar en el que haya sucedido un accidente.
A lo que vamos. Que tenemos un problema de disciplina en las aulas, sobre todo a partir de los 13 y 14 años no voy a discutirlo. La forma de acercarse a él, o la búsqueda de soluciones sí. Y la expulsión de su colegio de unos jovencitos deslenguados por comentar en un espacio exclusivo para ellos, no creo que sea el modo.
Crear una cuenta falsa en una red social para monitorizar lo que los críos –sí, críos, aunque tengan 15 o 16 años- dicen de profesores y alumnos es una monstruosidad y una estupidez, ¿acaso eso va a impedir las críticas o los comentarios? Creo que eso es no entender nada, no sólo de Internet, sino de cualquier grupo humano. Por que, ¿qué dicen los profesores cuando están a solas de los alumnos?
No defiendo el estado lamentable en que se encuentra la enseñanza, ni el dejar hacer, ni la falta de motivación o sacrificio en los alumnos, ni su mala educación en muchos casos, ni lo consentidos que están. Pero no hay más que contar con algún amigo dedicado a la enseñanza para escuchar comentarios muchas veces injustos sobre ellos, sin que nadie se escandalice. Eso por no hablar de los que consideran que cualquier tiempo pasado fue mejor y que la escuela franquista era una arcadia feliz.
Claro que tenemos un problema con la enseñanza, pero no creo que la represión sea la forma de solucionarlo, ni por supuesto una ley diferente para cada generación de gobernantes, ni seguir considerando las escuelas como aparcamientos de niños, y tampoco dejar que éstos sigan un minuto más en la escuela pública.
A lo mejor habría que empezar a pensar si un sistema desarrollado a partir del siglo XVII con individuos como este sigue teniendo alguna vigencia; si no habría que ir a la raíz del problema y construir algo diferente.
Los medios los tenemos, ¿y las ganas?

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