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Mostrando entradas de septiembre, 2009

Elogio de la irreligión, de John Allen Paulos

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Ayer, mientras terminaba de recoger las citas que más me interesaron de este sencillo, excelente y útil manual de ateísmo para quienes se inician en el proceloso arte de quitarse de en medio a los propagandistas religiosos, leí esta divertida frase "Dios me hizo ateo. ¿Quién eres tú para cuestionar su sabiduría?"; un poco en la línea del clásico "ateo gracias a dios" de Luis Buñuel. Porque al final, creer o no creer es una cuestión personal y frente al constante proselitismo del otro lado, no hay más remedio que seguir escribiendo, diciendo y explicando lo obvio. Con el respeto debido a las personas, por supuesto, pero también con la contundencia de los hechos y el pensamiento. Es posible que la arquitectura mental de los humanos no esté hecha para asumir con facilidad que somos fruto del azar y que de nuestro paso por la Tierra, apenas si dejaremos más allá de unas moléculas de carbono, agua y algunos minerales. Aunque a los que escribimos nos guste pensar que po

El vertedero, de Djuna Barnes

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Creo que fue hace varios años, en una entrevista con Pedro Almodóvar, de dónde saqué el nombre de Djuna Barnes . Creo recordar que el director la mencionaba a cuenta de sus gustos literarios y me propuse comprobar quién era. El orden de los factores lectores no altera el producto, pero sí su tiempo y ahora le ha tocado el turno a esta peculiar mujer, de quien sólo he podido disponer de esta colección de relatos. El vertedero está compuesto por nueve cuentos muy bien escritos -atención, alumnos de talleres de literatura- con una rara e inquietante atmósfera. No porque sean de terror ni mucho menos, sino por lo enfermizo y extraño de sus personajes. Todos ellos parece que salen de una burguesía decadente y como muerta en vida y protagonizan sucesos normales pero con un punto de extravagancia, como si fuesen transparentes, fantasmales en su realidad. También las relaciones que describe Barnes entre las personas son extrañas, anómalas, aunque no me atrevería a decir porqué. Algunos de los

Cuando los administradores de sistemas gobernaron la Tierra, de Cory Doctorow

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Ayer, mientras volvía a casa tras el primer día de este curso del que ya os hablaré, terminé de leer mi primer libro electrónico. Se trataba de un fichero .epub -que va camino de ser el estándar-, descargado de la web del autor que contenía Cuando los administradores de sistemas gobernaron el mundo , que forma parte del libro Overclocked . Escrito por Cory Doctorow , un notable escritor de ciencia ficción de última generación que plantea un curioso experimento social cuando el mundo se derrumba -la civilización occidental, en realidad- y los administradores de sistemas, los informáticos que cuidan que internet no se cierre, siguen en la brecha para mantener la Red como último reducto civilizado. Cuando los... es ágil y hasta divertido, aunque exige para disfrutarlo por entero de un conocimiento un poco amplio de intimidades informáticas. La traducción puede encontrarse aquí , pero hay muchos sitios desde donde descargarla. Ideal para ir en el transporte público sin estorbar a nadie. A

Sin canción desesperada, de Raquel González Figueras

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Después de la complejidad de Gelman, un poco de sencillez no me ha venido mal y Raquel, que es amiga de la osita y una muy buena pintora y poeta, me ha venido al pelo. Todo este pequeño poemario es un continuo diálogo, en el que Raquel llama y habla, pide y espera una respuesta que no llega o que se demora en exceso. Da igual si es una conversación con otra persona o consigo misma, es un diálogo de recuerdos compartidos, y de un dolor un poco amortiguado, como de hace tiempo. Te dije que las pasiones eran muy previsibles, pero fuiste incapaz de creerme. Me gustan sus recuerdos de convivencias y situaciones pasadas, la evocación permanente a la música y algunas imágenes Dimos la montaña, ahora tenemos a Sísifo despeñándose en nuestro carro de supermercado. de un libro que parece dedicado a la amistad, sobre todo en el poema que da título al libro: Todo ha sido inútil para frenar la expansión de un universo con tendencias homicidas. ¿Quién te dejó sin canción desesperada? Technorati: poe

Piensa, es gratis de Joaquín Lorente

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Ayer estuve en la tercera edición del Monday Reading Club , en el que se presentaba y, sobre todo, se comentaba, sobre el libro Iniciate en el Marketing 2.0 , de Marc Cortés y Enrique Burgos. Fue este último el encargado en Madrid de defender y entablar un interesante debate sobre la publicidad y el marketing en la era de las redes sociales. Al final, me tocó en un sorteo este Piensa, es gratis , de un gran creativo publicitario, Joaquín Lorente , y que he leído de un tirón. Se trata de un provocador manual de reivindicación del pensamiento y una recopilación de 84 ideas prácticas para potenciar el talento, como reza su subtítulo. Lorente repasa capacidades, potencias, errores y algunas anécdotas de su etapa como publicitario para proponer soluciones a la pereza intelectual de directivos y empleados. El libro contiene, claro está, varias obviedades -muchas veces olvidadas- y conceptos ahora un poco enterrados a la hora de enfrentarnos con el trabajo diario. Lo hace reivindicando el con

Mundar, de Juan Gelman

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Tenía ganas de echarle un ojo a la obra de Juan Gelman , poeta laureado con un Cervantes, a quien los escasos poemas reproducidos por la prensa no parecían hacer justicia. Confieso no haberme divertido mucho con él o más bien, no haber entendido muy bien muchos de los 120 poemas contenidos en Mundar , editado en 2007. Frente a la mayoría de ellos me he sentido como ante un muro muy atractivo que ocultaba algo, probablemente muy hermoso, pero que me resultaba inaccesible. Me he sentido atrapado por algunos versos como […] Un árbol se parece allí al espanto que no espera ni una piedra. […] (del poema Compañeros ) La luz que toca mi camisa nada sabe de mí. La recibo, Pero quién la merece. (del poema La camisa ) Pero no eran más que huecos en el muro. Todo el tiempo me he sentido apartado, alejado por la mano del poeta que me impedía atisbar por encima del muro. No sé cómo explicarlo. He reconocido poemas de amor -pero un amor retorcido, raro- y de animales y objetos utilizados como excusa