Black Jack, de Osamu Tezuka

Ahora que ya me hecho al formato y que soy capaz de leer manga en su sentido original, he disfrutado mucho con la lectura del primer volumen de Black Jack, un conjunto de pequeños episodios autoconclusivos creados por Osamu Tezuka, uno de los grandes autores japoneses del siglo XX, creador por ejemplo de personajes como Astroboy.
Las historias de Black Jack están, evidentemente, destinados a un público juvenil, pero plantean cuestiones interesantes, con una intención más didáctica que moralista. El dibujo tiene la dosis habitual de calidad e ingenuidad a partes iguales que distingue al cómic nipón.
Black Jack, el protagonista, es un cirujano prodigioso que ejerce por su cuenta bajo demanda. Tiene luces y sombras, un pasado que apenas se intuye pero se presume oscuro y su vida está situada en una frontera permanente, no porque desprecie la ley sino por los usos que los poderosos hacen de ella. Claro que no es un héroe al uso y tiene mucho de fantasía, pero Tezuka no se ríe de sus lectores y los trata con el respeto que se merecen, aunque sean pequeños.

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