Café & Periodismo III, Corresponsales, información en el punto de mira

Se consolida el Café y Periodismo como espacio de debate lo que demuestra dos cosas: lo necesitados que estamos los profesionales de la comunicación de un espacio propio de debate, puramente profesional; y que las buenas ideas se abren camino cuando se hacen bien.
Esta tercera edición se convocó bajo el tema Corresponsales, información en el punto de mira y contó con la presencia de dos grandes y distintos periodistas. Ramón Lobo, miembro de la tribu, enviado especial de El País a casi cualquier conflicto; y Mathieu de Taillac, corresponsal en España de Le Figaro y algún otro medio francés.
Mucha más gente joven entre el público que veteranos, pero es cuestión de tiempo que se incorporen a la tertulia profesionales con un recorrido más largo. Contar con Ramón Lobo, ilustre miembro de la tribu, es un lujo. Ejerció un poco de abuelo, cargado de anécdotas y citas, pero sin displicencia. Mathieu de Taillac fue una sorpresa, con su excelente castellano y un punto transgresor a la hora de explicar intimidades de la profesión.
Ambos defendieron la profesión, introduciendo dos ideas poco escuchadas en otros foros: la invasión política que sufren los periódicos y la necesidad de que sean los empresarios los que se preocupen de hacer dinero, que del periodismo ya nos ocupamos nosotros. La primera es una consecuencia de un modelo de empresa periodística más preocupada por la influencia, por ser “el cuarto poder” que por ganar dinero, lo que nos separa de buena parte del mundo.
De la segunda no estoy tan seguro. ¿Puede el periodismo de hoy prescindir de esa preocupación? No digo que debamos tener un MBA para hacer planes de negocio, pero sí que seamos conscientes de la situación de nuestro sector y tratar de entender las claves de este negocio para mejorarlo. Buscar la excelencia a través de una marca prestigiosa, o para hacer grande una cabecera pequeña, debería ser nuestra obligación como periodistas, como verdaderos profesionales independientes.
Escuchar a ambos defender el periodismo de calidad aunque sea caro, como fórmula para salir de la crisis, me recordó lo lejos que están los discursos de los empresarios periodísticos de los profesionales. Intercambiar con lealtad esas diferencias puede ser una vía a explorar para que los periódicos -la información de calidad- sigan existiendo.
Ramón Lobo comentó como ejemplo que la reforma sanitaria de Obama sólo se ha conocido en todo el mundo a través de las palabras de Obama y de los republicanos, desdeñando las historias de la gente sin seguro médico o que se queda sin él. Eso es lo que se puede transmitir en las redacciones, esa incomodidad de plantearlo todo sólo en términos de las declaraciones políticas, sin llegar a la realidad.
El debate, llegadas las preguntas, apuntó varios asuntos a tener en cuenta, por ejemplo el lenguaje con la aplicación de categorías como “terrorista”, “asesinato”, o el uso de adjetivos. La confusión entre periodistas y otros comunicadores, como los animadores de redes sociales. La destrucción de la cadena entre veteranos y recién llegados, que empobrece las redacciones e impide un relevo generacional muy provechoso.
En resumen, las empresas periodísticas están en crisis, pero el café y el periodismo gozan de muy buena salud, sobre todo cuando nos dejan hacer lo que sabemos: contar historias.

Aclaración
No pude asistir en directo y este resumen se ha realizado gracias a la retransmisión de Ágora News.

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