Espantapájaros (al alcance de todos), de Oliverio Girondo

Más allá de tentaciones patrióticas, qué gran oportunidad ofrece a cualquier lector tener a su alcance una literatura amplia en su propio idioma. Probablemente sea la única ventaja, el único orgullo que podemos exhibir los países con un pasado colonial. Gran Bretaña, Francia y, por supuesto España, se benefician de contar con autores de culturas y tradiciones tan diversas que nos enriquecen de verdad.
Nacido en Buenos Aires, Oliverio Girondo sigue siendo bastante desconocido por aquí. Es una lástima, porque su inquietante sensibilidad y su extraña poesía se merecen un reconocimiento mayor. Espantapájaros es un libro atípico, de poemas que parecen cuentos y de narraciones que son poesía. Girondo tiene una voz sensual y también profunda, que sorprende al lector sin esfuerzo.
Detrás de él se adivina un escritor que roza la filosofía desde lo que parecen unos cuentos sencillos y surrealistas. Es una especie de Cortázar, pero religioso sin llegar a la fe acrítica. Girondo habla del amor y de la amistad, pero como excusa para introducirnos en un mundo de realidades paralelas en el que habitan muchas personalidades.
Pero es la certidumbre de la muerte el territorio donde mejor se mueve. Casi sin darle importancia, con un tono bromista, abre las manos y nos deja frente a nuestro destino.
Cuando la vida es demasiado humana -¡únicamente humana!- el mecanismo de pensar ¿no resulta una enfermedad más larga y más aburrida que cualquier otra?
Girondo juega a mezclar lo trascendente con la broma, con el pensamiento más divertido. Así que este libro, que se lee en un momento, más que sobresaltar, deja un cierto poso de perplejidad.

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