Fotografías de los Juegos Olímpicos

Una de las mejores fotografías de los Juegos Olímpicos de Atenas no recoge a ningún atleta ni refleja una competición. Es una imagen de un espectador, la acreditación al cuello, con las cintas atiborradas de pequeñas insignias, con el gesto profundamente aburrido y displicente. Es la imagen del tedio, del hastío, con los ojos ocultos tras unas gafas de sol. Sus piernas, en un gesto de mala educación, traspasan su fila y vienen a posarse como las de una cigarra sobre el asiento delantero mientras los pies reposan en los brazos de la butaca, como asegurándose de que nadie venga a turbar su comodidad. A su lado, una mujer se entusiasma con el desarrollo de la competición, con un gesto natural, de goce por el espectáculo. Ambos tienen nombre y apellidos. Son Jaime de Marichalar, consorte de una infanta y duque, y Elena de Borbón, su esposa. Y este es la imagen que me gustaría leer comentada a Millás en El País.
Otra imagen de esta semana basa su magia en el texto que la acompaña y en los detalles que oculta. Los separadores físicos de los carriles exclusivos para autobuses y taxis han vuelto a la calle Serrano. ABC da cuenta de su vuelta tras un primer intento fallido. Cambian las administraciones locales, cambian las percepciones. Nadie recuerda en el diario las muchas semanas que duró su propia campaña para eliminarlos. Entonces (hace tantos años) era el PSOE el que gobernaba en Madrid. Y el diario tenía su sede en la calle Serrano. Hoy hay un centro comercial y gobierna el PP. Hoy los bordillos (caros, frágiles, azules) son una buena medida.

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