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Mostrando entradas de diciembre, 2004

Cánones

Como mandan los cánones. Más bien, cómo mandan. A propósito del canon bibliotecario se me olvidó mencionar a la Sociedad General de Autores, la sgae. Tampoco les he oído/leído nada al respecto. Hace unos meses, en una conferencia que reunía a autores, abogados y usuarios, escuché cómo la sgae impedía que un autor cediese sus propios derechos . Nadie puede regalarlos, aunque sean suyos por la peculiar voracidad recaudatoria de la sgae. Y lo decía alguien (un músico conocido, aunque no recuerdo quién) que había intentado regalar su música a través de internet. No podía, sencillamente, porque la sgae perseguía de oficio esa práctica. Así que tendremos otro canon. Pero lo más llamativo es el relativamente corto y extraordinario proceso por el que de no existir los autores (o más bien de tener muy poca conciencia de sí mismos) en los siglos XVI y XVII han pasado a hacer su aparición, legitimación, consagración y finalmente sacralización en este siglo XXI. Lo que surgió como una defensa del

Bibliotecas

Anda revolucionada la Unión Europea porque España se ha negado a pagar un canon a los autores de libros por el préstamo que las bibliotecas públicas hacen de sus libros. Esta costumbre, asumida y utilizada en buena parte de la Unión tiene varias lecturas. Los países que la aplican (sobre todo los nórdicos) tienen índices de lectura y préstamo envidiables (algo a lo que el clima no es ajeno: cuando no se puede salir a la calle por el frío, uno lee o compra por catálogo, pero todos somos homogéneos por ser europeos o eso sostienen los políticos. Y éste, el de la homogeneización generalizada cuando hay abismales diferencias entre países y pueblos, es asunto a tratar despacio.). Por cierto que, a cuenta de esos envidiables índices, siempre leo estadísticas anuales y, francamente, sospecho que en cuanto la primavera deshiela el Báltico, no hay finlandés que se quede en casa leyendo, asi que no me importaría recibir estadísticas estacionales. Más lecturas: hasta ahora sólo he leído a Carlos

El juego

No me resisto a citar un buen artículo de un profesor de Biología en Euskadi: El Estado del bienapostar , publicado en El Correo de ayer. Sólo una muestra: “No ignoro que, como con el tabaco y la bebida, hay una demanda social con el juego [...] Sin embargo, una cosa es que el Estado responda a esa demanda y organice el juego; otra, más discutible, que aproveche para recaudar y, cual jugador de ventaja, se lleve la parte del león; y otra aún, ya descabellada, que encienda la demanda social con una superoferta en la que, para recaudar más, se instiga a jugar. En este paso hay un envilecimiento grave. Para que se vea más claro: imagínense campañas análogas a las del juego en pro del tabaco, o del alcohol [...] Tampoco alcanzo a comprender las prerrogativas de la Once [...] ¿Por qué tiene el monopolio del cupón frente a otras organizaciones similares?”

Críticas (II)

También conozco de primera mano a quien, encargado de reseñar dos libros de asunto parecido, uno de la casa y otro de otra editorial, malo de solemnidad el de la casa, bueno el ajeno, tuvo que contemporizar entre los dos. No por indicación de nadie, sino por oficio y práctica. El caso no es el de Echevarría por el que ahora se muestran felices los rebotados de Prisa hoy en otros medios (“veis qué bien hice marchándome en cuanto pude” es lo que traslucen todos a una en sus escritos), sino que eso sucede en todos T-O-D-O-S los medios. El ninguneo; la congelación; las indicaciones sin índice que las hace, pero con mano que las entiende; la muerte civil o ‘desaparición’ (qué avieso hay que ser para atribuírsela en exclusiva a Prisa, cuando es la esencia de los medios de comunicación de masas modernos, desde MacLuhan al menos, y que se resume en que: si no sales en un medio, no estás, no existes (hasta Andy Warhol y sus minutos de gloria lo sabía)); todas esas sevicias son parte del aprendi

Críticas (I)

Antecedentes: Alfaguara es una editorial del grupo Prisa, que publica el diario El Pais. Hace unos meses, el lanzamiento (pero lanzamiento: entrevistas en suplementos y revistas, reportajes y artículos de amiguetes) de la última novela de Bernardo Atxaga (editorial Alfaguara) incluía en el suplemento literario Babelia (que Pérez-Reverte descalifica, por hacerse el gracioso, como Bobelia) una crítica de Ignacio Echevarría que descalificaba el libro. Varias cosas: es verdad que leo suplementos literarios; ya entonces me sorprendió gratamente que el lanzamiento de un autor de la casa (bueno o malo, según quien lo lee; y me mojo: malo y flojo) se acompañase de una crítica razonada y correcta que pusiese las cosas y al autor en su sitio en términos literarios, entre otras cosas porque suelo estar de acuerdo con Echevarría y porque soy un convencido de que la calidad de un medio se mide por su capacidad de distanciarse de sus propios productos, como hacen los anglosajones. (Esa es la difer

Vergüenza

¿Qué es lo más llamativo de la conmovedora (como diría un periodista) intervención de Pilar Manjón? (Así, tal cual, sin explicar, porque es un nombre a recordar por encima del de otros.) Ni uno sólo de los grandes periódicos mencionó en primera las acusaciones de venderse a la audiencia que hizo esta mujer ayer a esos mismos medios. Y en El Mundo no hubo una sola referencia a esa acusación. Ni una sola. Y hoy tampoco. Ningún columnista, nadie. Mis periódicos, porque son los de mi empresa aunque no me gusten al cien por cien (sobre todo, uno), le dan hasta sumarios, como hacen los demás, como ha hecho Gabilondo quien reprodujo ese momento de la intervención de Pilar. Como también Carlos Herrera. Qué vergüenza tener que compartir el título de periodista con esa gente. Qué vergüenza tener que trabajar con esa gente porque no puedes elegir el medio en el que quieres trabajar. Qué vergüenza que haya quien se sienta satisfecho de trabajar en semejante compañía.

Chile

Qué suerte tienen los chilenos, que pueden juzgar a Pinochet y al diario ABC le parece bien. En el cono sur es hacer justicia lo que aquí llaman “remover el pasado”. Pero lo mejor son los argumentos de los abogados defensores del general, tan legítimos como obscenos: “El arresto domiciliario impuesto a Pinochet es un atropello a los derechos humanos”. Atropello. Derechos humanos. Pinochet. (El orden de los factores influye en las ecuaciones, hasta en aquellas en las que el resultado esperado es cero. Patatero, por supuesto.)

Posibilidades

Semana extraña ésta, con interrupciones constantes. A veces me gustaría dedicarme sólo a esto, pero entonces sería otro pope más y el pensamiento dejaría de ¿ser libre? Sigue fascinándome Arcadi Espada y, en general, aquéllos que hacen del lenguaje, de lo que se dice y lo que se pretende decir y de lo que significa lo dicho, el eje de su pensamiento. Nada diré del premio Cervantes que no se haya dicho. Es de justicia y punto, porque es un escritor excepcional, el más grande de este siglo. Aunque haya quien piense que por seguir (quizás por entender con mucho esfuerzo) y apreciar a Ferlosio formamos parte de una secta. Y no hay tal. No sé de otros, pero a mi me cuesta un mundo seguirle, entenderle y descubrir con él a dónde me lleva. Es el escritor más difícil con el que me topado, sólo comparable a Chomsky cuando escribe de lingüística. En fin, esta semana, la realidad tendrá que esperar.