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Mostrando entradas de enero, 2006

La generación del Estatut

De lo poco inteligente que se ha dicho en estos días sobre el proyecto de estatuto de Catalunya figura entre mis lecturas un artículo de Luis Yáñez, ahora diputado en Europa, (ése que los graciosos de la derecha llamaban gafe) publicado en El País del sábado 21 de enero (€) «creo percibir una cierta incomprensión generacional de los que mandaron con los que mandan ahora» «No puedo creer que la propuesta de nuevo Estatuto [...] sea el capricho de alguien o (Maragall) o la imposición de otros (ERC)» «¿No es más razonable pensar que, al margen de su literalidad, responde a una necesidad de desarrollar la Constitución, 25 años después de ser aprobada?» Y la mejor: «Es lógico y esperable que el PP intente impedir el éxito de Zapatero con el Estatut, [...] pero algunos experimentados dirigentes socialistas de los ochenta no deberían caer en esa trampa». No me gusta el ya-lo-decía-yo, pero la política lleva desde la transición arrastrando un problema generacional, que se manifiesta en much

El coche de Bill Gates

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Nunca pensé cuando leí esta entrada en Microsiervos que llegaría a rectificarles :-) En un viaje a Barcelona, en un área de servicio, encontré el verdadero coche de Bill Gates:

Lo que me define

Retomo la lectura de las Memorias de ultratumba de Chateaubriand. Uno de esos libros que me gustaría escribir, aunque dudo que fuese tan generoso con la gente como él lo es. Recuerdo al respecto lo que le comentaba José Luis de Vilallonga durante una entrevista, aún no digital, a mi amigo Tomás García Yebra. El escritor sostenía, ante el regocijo de Tomás y después el mío, que a partir de cierta edad uno se encontraba liberado de cualquier compromiso o educación y escribía lo que le daba la gana y contra quien le daba la gana. Sea por el camino generoso de Chateaubriand, sea por el libertario de Vilallonga, unas buenas memorias son un colofón digno, aunque sólo las lean los hijos. De las muchas frases llamativas del escritor francés, en esta continuación de lectura me he reconocido en una frase, en unas palabras que pienso me definen: «A mi me gustaba la obediencia, porque me liberaba de mi voluntad. Mi defecto capital es el hastío, el desagrado de todo, la duda perpetua.»