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Mostrando entradas de octubre, 2009

Propiedad Intelectual, ¿Bienes públicos o mercancías privadas?, de Igor Sádaba (y II)

Al hilo de este excelente libro para comprender qué es la propiedad intelectual y la ficción -otra más- en la que está basada la economía actual, estos días se ha sabido de las reuniones secretas de las grandes compañías para conseguir una nueva legislación más restrictiva sobre el copyright y la pretensión de cortar internet a quienes intercambien archivos . Eso unido a la pretensión de las operadoras telefónicas de terminar con las tarifas planas y cobrar por datos, dan idea de la gravedad de este asunto. Igor Sádaba articula un discurso coherente y fácil de seguir en torno a la propiedad intelectual, las patentes, los derechos de autor y la maraña legal en la que se ha convertido un tipo de propiedad ante el que ni siquiera los estudiosos se ponen de acuerdo en si considerarla o no una 'propiedad'. El texto de Sádaba es un magnífico punto de partida para no perdernos en un debate que ya Marx había profetizado: que el saber sustituiría al trabajo manual y que no hay una corr

Propiedad Intelectual, ¿Bienes públicos o mercancías privadas?, de Igor Sádaba (I)

Mi padre no compartió conmigo muchas cosas; su filosofía no le permitía hacerse cargo de sus hijos hasta su mayoría de edad y, hasta ese momento, la jurisdicción sobre nosotros era casi de la exclusiva responsabilidad de mi madre. Cuando llegó esa mayoría de edad, como es lógico, no estaba yo por la labor de compartir nada con mi padre, más preocupado por compartir pensamientos, sustancias y sobre todo fluidos con otras personas. Cuando yo descubrí las muchas enseñanzas que mi padre podía compartir conmigo, el tiempo había transcurrido en exceso y mi vida tenía derroteros y compromisos que me impedían pasar más tiempo con él. Sin embargo, de la escasez hicimos virtud, de tal forma que si tuvimos, pongamos diez conversaciones -nunca habrá un número exacto-, no he olvidado ni una coma de ellas, tan excepcionales e interesantes fueron. Una de ellas fue para compartir la perplejidad que ambos manifestábamos ante el concepto de autoría aplicado a las obras colectivas: ¿quién era, en efecto,

Cosa de risa, de William Saroyan

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Escrita originalmente en 1951, qué mal ha envejecido esta novela de William Saroyan , un excelente narrador, con un sentido del ritmo para los diálogos envidiable. Si técnicamente la novela es excelente -vaya aquí, claro está, el reconocimiento a Stella Mastrangelo, su traductora-, me temo que la historia en sí se ha quedado antigua y sin que el tiempo transcurrido desde su publicación la haya convertido en clásica. Saroyan desarrolla una tragedia en clave costumbrista con un matrimonio en dificultades que tiene dos hijos, un niño y una niña. Su llegada a un pueblo de California para pasar las vacaciones no consigue acabar con los problemas de la pareja, antes bien desencadena un conflicto de consecuencias fatales. Novela muy dialogada, punteada de amorosas descripciones del paisaje de viñas y juegos infantiles, su conflicto resulta a estas alturas casi incomprensible y los personajes se dejan arrastrar por un destino que llega a ser confuso en algunos pasajes. Pero hay también una ext

Hambre cero

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¿Es una causa perdida? ¿Una ingenuidad? Es posible, pero a lo mejor si se dice, se grita y se promueve con todas las fuerzas, a lo mejor nos hacen caso. Es una vergüenza el hambre en el mundo, que los miembros de nuestra especie, sólo por nacer en el lugar equivocado, la padezcan. Y es verdad que técnica y económicamente es posible. Moralmente, es indispensable hacerlo. Carta al Presidente del Gobierno Español José Luis Rodríguez Zapatero, que representará el próximo turno en la presidencia europea. Querido Presidente: Somos la generación que por primera vez en la historia puede erradicar el hambre. Y estamos dispuestos a hacerlo. Por eso le solicitamos que haciendo uso de su cargo como Presidente del Gobierno y representando la presidencia europea del próximo semestre, nos ayude a difundir este mensaje de esperanza. El mensaje es claro e inequívoco: ERRADICAR LA DESNUTRICIÓN SEVERA EN EL MUNDO ES POSIBLE y ayudándonos de nuevos tratamientos y programas basados en los alimentos listos

Dándole vueltas, de Frederik Peeters

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Bueno es saber que, además de quesos, vacas y relojes de cuco, Suiza alberga autores de cómic tan personales como Frederik Peeters , autor de esta antología de 26 historias de sus primeros diez años como escritor y dibujante de historietas. En seguida se descubre que Peeters tiene un mundo propio, una forma de reconocer la realidad especialmente aguda, sobre todo cuando el objeto de su mirada es su propio país. Las historias que se narran en Una botella al mar , dedicada a una familia de refugiados kurdos en Ginebra, y otra no titulada, en la que desmonta paso a paso la situación del consumo de drogas en Suiza, son demoledoras. Peeters no hace concesiones a la corrección política, a la componenda. Su perplejidad ante la actuación de las autoridades en relación con sus vecinos kurdos es sincera por su lucidez. En el tema de las drogas, sin embargo, su perplejidad deja paso al análisis y a la toma de posición, a señalar las contradicciones de la política y la sociedad. Peeters no desdeña

Los anillos de saturno, de W. G. Sebald

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Hace tiempo que vengo observando una cierta escuela periodística de crónica que se basa en acumular fragmentos aparentemente dispersos que después se revelan como parte de un todo. Ya sabemos que el arte contemporáneo en general vive hoy del fragmento, de la constatación de que la realidad es fragmentaria y de que no podemos pretender ni abarcarla ni comprenderla por entero. Pues de todo eso participa Winifred Georg Sebald , un escritor fascinante, poderoso en sus minuciosas descripciones, un guía seguro y firme a través de lo que nos rodea, lo veamos o no. Su prosa es como un río, ancho y caudaloso, pero también tranquilo, con las orillas accesibles en todo momento. Su invitación a viajar con él tiene muy poco de imposición, es casual, aunque en un momento dado, el lector deja de mirar las orillas y se queda con él. Los anillos de Saturno son el resultado de un viaje que el autor realizó a pie por el condado de Suffolk, Inglaterra , por parajes no del todo desconocidos para él. Sebald

Black Jack, de Osamu Tezuka

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Ahora que ya me hecho al formato y que soy capaz de leer manga en su sentido original, he disfrutado mucho con la lectura del primer volumen de Black Jack, un conjunto de pequeños episodios autoconclusivos creados por Osamu Tezuka , uno de los grandes autores japoneses del siglo XX, creador por ejemplo de personajes como Astroboy. Las historias de Black Jack están, evidentemente, destinados a un público juvenil, pero plantean cuestiones interesantes, con una intención más didáctica que moralista. El dibujo tiene la dosis habitual de calidad e ingenuidad a partes iguales que distingue al cómic nipón. Black Jack, el protagonista, es un cirujano prodigioso que ejerce por su cuenta bajo demanda. Tiene luces y sombras, un pasado que apenas se intuye pero se presume oscuro y su vida está situada en una frontera permanente, no porque desprecie la ley sino por los usos que los poderosos hacen de ella. Claro que no es un héroe al uso y tiene mucho de fantasía, pero Tezuka no se ríe de sus lecto

Cuentos de humor y de horror, de Hector Hugh Munro, Saki

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Siempre me ha resultado sorprendente, y eso que soy bastante anglófilo, la capacidad de los ingleses para desarrollar una escuela de humor propia y definida. Mientras en España los humoristas han estado inscritos con mejor o peor fortuna en sus respectivos movimientos literarios, según la época, o más bien por libre e inclasificables, en el Reino Unido siempre ha existido una conexión entre épocas, un hilo tenue que permite reconocer, aún en las traducciones, el humor británico. Desde Chaucer a Tom Sharpe, el humor británico no ha dejado de tener una personalidad propia, por encima de las modas, las corrientes y las épocas. Claro que hay grandes nombres, como Maugham o Chesterton, pero incluso aquellos autores que sólo se han aventurado con alguna pieza humorística como Wilde o que han introducido alguna breve situación de humor como Ford Madox Ford, tienen ese aire de familia. Un humor siempre tierno con sus criaturas, lejos de esa burla chulesca, rancia y cruel de señorito, tan queri

La ciencia española no necesita tijeras

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Es verdad. No sólo por nuestra necesidad de cambiar de modelo productivo y abandonar el ladrillo, sino para recuperar el lugar que tenemos gracias al esfuerzo individual de muchos científicos. Fue una idea de La Aldea Irreductible

Olimpita, de Hernán Migoya y Joan Marín

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Tengo la impresión, no respaldada por los datos, de que la historieta en España empieza a gozar de una mala salud de hierro, en términos creativos. Puede que las tiradas sean cortas y no haya un gran reconocimiento social, pero no dejan de salir títulos de calidad al mercado. Olimpita es un buen ejemplo de ello. No conocía la obra de Joan Marín , que tiene un dibujo potente y expresivo, aparentemente sencillo, pero con una técnica compleja. Su juego con los volúmenes y las texturas me han recordado, salvando las distancias, a Alberto Breccia . Olimpita narra la historia de una mujer atrapada por un marido brutal y el deseo indefinible de escapar. Hernán Migoya es un viejo conocido y un buen guionista, capaz de sorprender con un inesperado giro de la historia y enriquecerla. Hay violencia doméstica, inmigración, amor y un retrato amable de uno de esos mercados de cualquier ciudad que parecen inmóviles en su cotidiana actividad, pero que también ocultan un mundo de relaciones insospech

Madrid, ¿necesita unos Juegos Olímpicos? (y 2)

Lamento que a los componentes del Comité Olímpico Internacional el muy sensato –y humano- “meteos los Juegos por dónde os quepan”, de algunos miembros de la candidatura, no les haya gustado. Pues cuando les lleguen los ecos de los blogs, no sé qué dirán; ah no, si los prohibieron durante los Juegos de Pekín. Respecto de los Juegos, cabe el componente emocional y hasta la ilusión por vivirlos, como me señalaba mi amiga Malena en otro sitio. Pero el sueño de vivir unos Juegos no tiene porqué incluir la incomodidad de sufrirlos. Puestos a soñar, mola más pasar un mes en Londres o en Río de Janeiro viendo los deportes, que atado al volante del coche mientras una comitiva de prebostes y directivos se desplaza de un punto a otro de la ciudad. ¿Para qué necesita Madrid unos Juegos? Hablemos de Barcelona, haciendo la salvedad –bien señalada por mi amigo Albert en otro sitio- de que tampoco los resultados para sus habitantes, 17 años después, sean como para tirar cohetes. Quien haya conocido B

Madrid, ¿necesita unos Juegos Olímpicos?

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Batalla perdida 1 Si los medios de comunicación no hubiesen abdicado de su obligación educativa, las personas sabrían que una Olimpiada es el periodo de cuatro años entre unos Juegos y los siguientes y que no son sinónimos. Batalla perdida 2 Si los medios de comunicación hubiesen ejercido su responsabilidad, se debería haber producido un debate real sobre la necesidad que esta ciudad tiene de organizar unos Juegos Olímpicos, en lugar de cerrar los ojos ante las promesas de negocios para todos y los supuestos beneficios para una ciudad espectacularmente endeudada. Madrid tiene una deuda mayor que la de todas las capitales de provincia juntas. Ni mis hijas terminarán de pagarla: gracias, José María Álvarez del Manzano y Alberto Ruiz Gallardón. ¿Necesita Madrid unos Juegos? Dejando aparte la muy justificable sensación de que “se metan los Juegos por donde les quepan”, Madrid, antes de plantearse siquiera su organización, necesita: - Que tanto el Gobierno central como el autonómico paguen