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Mostrando entradas de abril, 2007

Ko Un

Hace unas semanas, la osita y yo asistimos por una rara casualidad a un intercambio de poemas entre el poeta coreano Ko Un y el español Antonio Colinas , a cuenta de la presencia en Arco de Corea del Sur como país invitado. Lo pasamos bomba, claro. Ko Un se cepilló una botella de rioja y consiguió, sin entender una sola palabra de coreano, conmovernos, hacernos reír y seguir atentos cada verso. Buena parte del mérito lo tuvo la traductora de coreano, que también disfrutó de lo lindo. En la mesa, el contraste era impagable. En un extremo, Clara Janés, vestida de poeta y con una sonrisa perpetua y plácida en la cara. A su lado, el inquieto y transgresor coreano; a continuación, un circunspecto Colinas, convertido durante toda la velada en poeta oficial. Y entre el público, enterados como nosotros, autoridades coreanas bastante perplejas y otros personajes curiosos. Ko Un fue un descubrimiento, aprehendido después con un par de libros, uno de ellos dedicado, a pesar de nuestra alergia al

Moby Dick

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A partir de cierta edad, lo normal es releer, buscar el placer de lo conocido, de saborear textos que ya fueron significativos y volver a disfrutarlos. Pero ni estoy en esa edad, ni es este el caso. Hace unas semanas, si me hubiesen preguntado si había leído Moby Dick , hubiese respondido que sí. Mentira. Había leído aligeradas versiones de una novela extraordinaria, monumental y enciclopédica sobre el mar y las ballenas. No hablaré de su argumento, de sobra conocido, ni de su comienzo, escrito para ser eterna lección de taller literario: "Pueden ustedes llamarme Ismael." En lo científico es un disparate, por supuesto, aunque se disfruta la ingenuidad de los conocimientos que se tenían en el XIX sobre la vida marina. En lo literario, la novela es un inmenso ejercicio de psicología e introspección. Es un ejemplo de ritmo y ejecución, un modelo de lo que es una narración. Solo por la intensidad de su final, por como va subiendo el tono hasta que no queda más que el mar, vale la

Genealogía del racismo

Esta reseña está dedicada a la memoria de Jacinto Pérez Iriarte , con el dolor de no haber podido aprender más a su lado. La noticia de hace unas semanas de la pretensión gubernamental de congelar el pescado fue un peldaño más en la escalera que nos conduce a una higienización total de la sociedad, a un discurso racista que emana de una concepción clásica del Estado, establecida desde el siglo XVIII en adelante. Lentamente se está produciendo una medicalización total de la sociedad en Occidente, con la excusa de velar por nuestra salud. Pero esa preocupación sanitaria encubre un aumento sustancial en el control que el Estado ejerce sobre la sociedad. No hablamos de un deseo legítimo de aumentar el bienestar de los ciudadanos sino de incrementar el poder sobre ellos. Leyendo la Genealogía del racismo de Michel Foucault , este cuadro de autoridades solícitas y ciudadanos felices desvela los trazos gruesos del poder, o como diría Foucault, de los poderes entrelazados por un discurso comú

Pecios de religión

No es una errata. Los pecios son los restos de los naufragios que arriban a las costas. Dos noticias me llaman la atención. Una, el uso del gps para saber en todo momento dónde se encuentran las procesiones que salen por estas fechas en Málaga. Por fin alguien desde el cielo sigue al milímetro, con precisión e interés, el discurrir de estas manifestaciones de público fervor. Otra, el cierre de la parroquia de San Carlos Borromeo en Entrevías . ¡Ah! El dulce empeño de la jerarquía católica por alejarse de su propio mensaje. Technorati: religion gps teología de la liberación