Ensayos sobre la igualdad sexual

Aunque fueron escritos hace 150 años al alimón por John Stuart Mill y su esposa, Harriet Taylor Mill, estos ensayos han perdido muy poca de su vigencia, aunque se refieran a situaciones y leyes que hoy parecen superadas. En la superficie, nada de lo que analizan parece tener sentido hoy en día y hasta parece ingenuo defender el derecho de las mujeres al voto o a tener la misma educación que los hombres. Y sin embargo…
Es en la descripción de las mentalidades y las razones para fomentar la igualdad donde se aprecia hasta qué punto las sociedades occidentales sólo han cambiado las apariencias, desarrollando leyes y derechos. Es en lo formal en donde se aprecian las diferencias entre la sociedad victoriana del siglo XIX en el Reino Unido y las nuestras, porque en la actitud y la mentalidad, me temo que los cambios no han sido tan profundos.
Los constantes llamamientos de los Mill a la igualdad en la educación, a la transformación de las mentes y la apertura en materia laboral y de creación siguen hoy tan vigentes como entonces. Hoy, como entonces, la sociedad no puede permitirse prescindir de las capacidades y habilidades de la mitad de la Humanidad, simplemente por una cuestión de sexo. Envueltos como estamos en un proceso de cambio muy profundo en nuestro planeta y enfrentados a una realidad más bien aterradora, de alteración muy seria de nuestras condiciones de vida, hay que conseguir la participación e implicación de todos para encontrar soluciones.
El libro recorre, dividido en varios ensayos, los aspectos más sobresalientes de la injusticia humana con respecto a las mujeres, apuntando sobre todo a las leyes matrimoniales, que entregaban a cualquier bruto una esposa sobre la que tenía todos los derechos, algo que no hace tanto también sucedía en España. La generación de nuestras madres no pudo hasta 1972 disponer de sus propios bienes a su antojo. Y sigue siendo excepcional que las mujeres ocupen puestos de responsabilidad.
La lectura cuidadosa de los textos desvela también, cómo las relaciones de poder y de dependencia han obligado a las mujeres a permanecer en un estado de sumisión, lo que los actos de violencia doméstica no hacen más que reforzar. También recoge algunas predicciones sobre el futuro que han terminado por realizarse, por ejemplo:
“Pudiera ser que la pareja casada no ganara más que el varón ganaba por sí solo, sin embargo, se produciría un cambio notable: que la mujer pasaría de sirvienta a socia.”
Lo que en materia de hipotecas está más que demostrado en la actualidad. Tampoco se libran las creencias de su parte de culpa en la situación de las mujeres, aunque el dedo acusador de los Mill se dirigiese sólo a algunas:
“Un pueblo está abandonado cuando vive durante siglos bajo la influencia indirecta de un mal gobierno y la influencia directa de la jerarquía católica y del credo que ésta enseña.”
Por eso, 150 años después, hay que seguir defendiendo algunas asignaturas del acoso reaccionario. Para que cambien las cosas.

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