¿De verdad quieren hablar de vetos a los medios?

Por no resultar cansino y para no aburrir, me voy a limitar a mi experiencia directa con los vetos a los medios de comunicación que tanta alarma y efectos perniciosos sobre mi libertad de información han causado. Libertad de información que es mía, no de los medios, a ver si recordamos la asignatura de Derecho de la carrera y releemos un poquito a McLuhan, por ejemplo.
Obviaremos las comparecencias sin preguntas, o la elección en las ruedas de prensa de los mismos periodistas para preguntar favorablemente, o el silencio mediático ante cualquier discurso, iniciativa o declaraciones de partidos que no existen más allá de sus votantes: desde UPyD hasta EH Bildu.
Partidos e instituciones públicas: aún estoy esperando las acreditaciones del Partido Popular, el PSOE, el Congreso y el Senado, solicitadas durante mi etapa como subdirector de un medio digital.
Aún espero también el acceso a los actos organizados por foros de debate, desayunos informativos y actos de medios y agencias de comunicación, grandes empresas y ministerios.
Durante mi etapa en la revista de mayor tirada en lengua castellana del mundo (descontado el Reader's Digest), las entrevistas con dirigentes, ministros y cargos públicos eran ofrecidas por razones de oportunidad por sus respectivos gabinetes, sin otra posibilidad. El poder elige a quién y en qué momento puedes, por ejemplo entrevistar o “reportajear” a uno de sus miembros. Solo algunos medios radicados en Madrid pueden eludir este veto.
Las productoras de cine, teatro y los grandes festivales ejercen una sutil censura basada en la anticipación, de tal forma que solo algún medio cuenta con la información y el acceso a los personajes en la intimidad y con la antelación suficiente. Esto es especialmente sangrante en el caso de la productora El Deseo, con un veto sistemático a cualquier medio ajeno al grupo Prisa. En el caso de las grandes, como Warner o Disney, hay cierto reparto de juego, de tal forma que nadie se sienta excesivamente ninguneado, aunque los medios digitales pequeños son sistemáticamente ninguneados. Otros, como Sony, mantienen la neutralidad.
Tanto la Federación Española de Fútbol como los clubes de Primera División mantienen un veto permanente a cualquier medio no deportivo, con excepción de los que tengan alguna vinculación con grupos de comunicación poseedores de derechos de fútbol televisado.
En el caso de las editoriales, solo Planeta, cuyo enorme volumen le permite ofrecer escritores y libros a cualquier medio sin más límites que la audiencia, no mantiene ningún veto. El resto, con excepción de las pequeñas, sistemáticamente ofrecen a sus autores a un medio y un suplemento literario concreto y después a los demás. Los casos de Santillana, Taurus o Alfaguara se comentan por sí solos. Por último, los bancos, instituciones financieras y las grandes compañías tampoco son especialmente amables con según qué medios.
Reconozco que Podemos cometió un grave error: la falta de sutileza; debieron invitar a estos medios “agraviados” a las 6 de la mañana para conocer a los muchos miembros de la organización que hacen juegos malabares con trabajos y familias para hacer política desde abajo y sentirse, esta vez sí, representados.

Otro veto hace unos días del que no se habla

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