García

«El sexo es lo que nos queda cuando no hay amor». Cito de memoria, pero más o menos así es la frase muy destacada en la publicidad de la última novela de Gabriel García Márquez. Es una obviedad y una tontería. Es una frase vulgar, más propia de un garcía que de un márquez. Y por supuesto indigna de un garcíamárquez. Al margen de que a veces los encargados de publicitar un libro no sepan ni quién es el autor, en este caso la frase califica ( o des-califica) al escritor. Y más márgenes: la apología del sexo poco consentido entre un anciano y una menor virgen; el título, que nadie critica y que a otro le costó no pocos disgustos (Todas putas, aquel libro de Hernán Migoya patrocinado por el Instituto de la Mujer), algo que sólo algunos columnistas de periódicos de derechas lo mencionan de pasada; las excusas, ridículas, para sacar a ‘Gabo’ (como si todo el mundo pudiese llamarle así o, como diría un periodista, como le llaman cariñosamente sus amigos) en cualquier sitio, columna, lugar, artículo. Y siempre bien. Una de tres: o el brazo de Carmen Balcells (el agente literario de habla hispana más importante y temido del mundo) es largo y terrible; o los regalos de la editorial Mondadori son de los que se recuerdan toda la vida por lo espléndidos; o, probablemente, porque en esta profesión nos hemos convertido en idiotas en todos los medios.

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