Para una política de la civilización, de Edgar Morin

Normalmente mi intención a la hora de contaros lo que leo, no es recomendar este o aquél libro, salvo en algunos casos puntuales, porque siempre defenderé el grado de sorpresa que conlleva descubrir un libro por pura casualidad, aunque cierta guía, cierta sugerencia, sean necesarias. No es este el caso: recomiendo la lectura y el comentario de Para una política de la civilización, de Edgar Morin. Es corto -105 páginas con una tipografía generosa-, es sencillo -Morin utiliza un lenguaje comprensible- y es demoledor, en su diagnóstico y en sus soluciones.
Este libro de Edgar Morin -tiene página web en castellano-,
Versa sobre los problemas que experimentamos cotidianamente, que conciernen a nuestro vivir concreto. Se trata de las deficiencias y de las carencias de nuestra civilización, y, por ello mismo, se trata de nuestras necesidades y de nuestras aspiraciones, que no son sólo monetarias.
Es una llamada de atención, profunda y creativa, para afrontar los muchos desafíos que nuestra sociedad occidental tiene delante. Sin entrar en grandes análisis, Morin primero enumera los problemas de la sociedad
La lógica de la máquina artificial, que ya ha suprimido a los conserjes, los policías de barrio, los encargados de estaciones, trenes, metros, peajes de autopista, parkings, tiende a hacer de la vida social una gigantesca máquina automática.
Después, con el apoyo de muy pocas citas y autores, Morin explica la complejidad social y la contrapone a las necesidades y deseos de esa misma sociedad, con esperanza:
Frente al crecimiento de la técnica, de la lógica del hiperdesarrollo, de la burocratización en las administraciones como en las empresas, de la atomización de los individuos que el desarrollo técnico y económico no hace más que acelerar, constatamos que la sociedad civil se defiende, desarrollando contratendencias.
En la última parte, Morin describe y explica en qué debe consistir una política de civilización, cuáles deben ser las acciones y recursos a utilizar para recuperar de verdad esta sociedad enferma, con un mensaje positivo y realista, porque esta política
[…] debe desarrollar y utilizar todos los aspectos positivos de las ciencias, de las técnicas, del Estado, del capitalismo, del individualismo, etc. […] debe estimular, concienciar, desarrollar una ética y una política del consumo, que ya se encuentran en estado naciente en la sociedad civil.
Admito, eso sí, cierta 'bondad' en los planteamientos de Morin, más templado que los anónimos del Llamamiento del que hablaba el otro día. Supongo que entre la creencia de la solidaridad intrínseca del ser humano en la que milita Morin y el desprecio absoluto por el Estado de los otros, puede haber un espacio intermedio, para la discusión, para el análisis y, sobre todo, para la acción. O, en sus palabras,
¿No podemos suscitar una iniciativa autónoma que permitiría pasar de una diáspora de experiencias multiplicadas desde hace diez años a un movimiento organizado, que aseguraría la información, el intercambio, la puesta en red, así como la reflexión y la puesta en perspectiva susceptibles de extraer las “cuestiones de civilización” presentes en cada experiencia?


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