Para español, pulse 2 de Sara Cordón

Pocas veces se tiene la oportunidad de leer una ficción autobiográfica, una autoficción, de alguien con quien has tenido trato, con una compañera de trabajo de varios meses que, además retrata ese trabajo y algunas de las personas que han transitado por él. No digo conocer, por que podría resultar ampuloso y no sería cierto, dejémoslo en un trato amistoso, de respeto y aprecio.

Ese conocer a Sara, aunque superficial, es lo que me ha resultado más llamativo de un libro bien escrito, a ratos divertido, que refleja el mundo de las escuelas de escritura, en Madrid y en Nueva York, de los alumnos y los profesores. Para español, pulse 2 es la historia de Sara y de su máster en Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York, de sus compañeros de clase y piso, pero también tiene algo de reflexión sobre el oficio de escritor, sobre las dudas y las motivaciones para que alguien quiera ganarse la vida escribiendo:  "En Nueva York aprendió muchas cosas. Una de ellas es que ser escritor consiste en que los compañeros del gremio te dejen serlo. También en escribir de vez en cuando."

Aunque a ratos es un poco batiburrillo de escenas, y la propia ficción de leer el texto a sus compañeros lo deja bien claro, este libro es su proyecto para justificar las becas obtenidas, y la razón última de su estancia americana. Por ello se me hace difícil separar la Sara compañera de trabajo de la Sara personaje y eso hace que me sorprenda a ratos y no termine de entrar en su mundo por donde me quiere llevar.

Creo que, a diferencia de lo que la profesora Selma dice en un momento dado sobre esta metaficción, Sara no se ha inspirado en La novela luminosa de Levrero. No porque “no tomarás el nombre de Levrero en mano” -bueno, un poco sí-, sino porque la veo más cerca de La colmena de Cela. El peso del castellano, de ese español colonizador y casi asfixiante, el que ahora reivindican los banderaheridos, acerca a la autora más a Cela que a Levrero.

Me han gustado los diálogos entre los diferentes alumnos, agrupados por rivalidades de dos siglos y un enemigo común, que van más allá de la nota de color y explican dónde puede estar el futuro de la lengua y la literatura. Es un libro valeroso y esforzado, aunque hecho en falta un poco más de riesgo en la forma y de maldad en los retratos. La Sara persona es demasiado buena para hacer sangre y también lo bastante inteligente para saber que no puedes publicar tu primera novela como un Cosmópolis de Don de Lillo.

¿Recomendable? Sí, por supuesto. No es que el Nueva York de las ratas, las tormentas y los apagones sea algo nuevo, pero sí lo es la mirada sobre la hispanidad lingüística, algo perdida en sus raíces y aparentemente indefensa ante el inglés.

Adelanto de la novela en la revista Eñe
Este texto aparece también en Medium

Comentarios

Entradas populares de este blog

El vertedero, de Djuna Barnes

La función de la crítica, de Terry Eagleton

Historias de Fuentetaja