¿Crisis? ¿Qué crisis? Un síntoma

Casi estoy por abrir un blog nuevo dedicado en exclusiva a este asunto. Ayer leí una crítica de un libro que, me pasa pocas veces, ya había leído. El libro es El geco de Ferlosio, extraordinario como siempre, pero eso en su caso y en mi apreciación no es novedad. La crítica, es decir el pecador, es de Santos Sanz Villanueva. El pecado, es decir las tonterías, son excesivas. A cuenta de su ignorancia zoológica pero disculpable porque es un crítico de libros y no un zoólogo, niega su existencia al dicho geco o salamanquesa y acaba por llamarlo lagarto. No Santos, no. El geco es una especie diferente de reptil que poco tiene que ver con las lagartijas, más allá de su gusto por las paredes soleadas y las larvas de insectos y aun éstos mismos para comer. Qué puntilloso eres a veces se podría decir de mi. Qué más da que niegue la existencia del reptil. Pues que todo su argumentario a favor del libro se basa en eso, en negar la existencia del geco y en considerarlo sólo una muestra del genio fabulador y lingüistico de Ferlosio. La crítica es positiva y en líneas generales es útil para saber de qué va el libro, pero eso lo sé porque lo he leído. Para dar a conocer o hacer apetecible la obra, desde luego no sirve. Entonces, ¿cuántas críticas de Santos Sanz estarán basadas en una premisa falsa fruto de la ignorancia y de no querer comprobar las cosas? ¿Cuántas reseñas habrá escrito para iniciados y responsables editoriales que ya conocen la obra? Esto, que es muy poca cosa es un síntoma de esa supuesta crisis. No hay crisis porque se escriban tonterías, sino porque nadie las detecte y las pare.

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