Los colegios de los amigos

Hace tiempo que vengo observando cómo algunas personas de cuyo pensamiento solía sacar enseñanzas, periodistas o escritores a quienes llamaba amigos con respeto, por ejemplo Arturo Pérez-Reverte o Miguel Ángel Belloso mantienen con respecto a ciertos asuntos un punto de vista radicalmente diferente al mío.
Sobre todo, en materia de educación, como si sus respectivas estancias educativas se hubiesen desarrollado en una Arcadia feliz y mágica, de asumida, dulce y necesaria disciplina. Como si maestros y profesores, colegios e institutos del franquismo fueran la quintaesencia de la educación.

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