El zen en el arte de escribir, de Ray Bradbury
[...] un intento de resolver problemas mientras se finge mirar para otro lado.En la afortunada definición de este escritor en su Zen en el arte de escribir. Bradbury, autor de las hermosas Crónicas marcianas y de Fahrenheit 451 -una de las más inquietantes novelas que he leído nunca-, se confiesa en esta colección de ensayos imprescindibles para quienes tengan la pasión por escribir y quieran, además, saciar su curiosidad respecto del proceso de creación de los escritores.
Bueno, y aunque no se escriba, porque es difícil no sentirse identificado con esto:
Todas las mañanas salto de la cama y piso una mina. La mina soy yo.Que en el fondo es lo que nos hace humanos: la perplejidad de estar vivos un día más, la fascinante perspectiva de ver, sentir y no saber qué va a pasar al minuto siguiente.
Después de la explosión, me paso el resto del día juntando los pedazos.
Bradbury defiende, con buen sentido, que debemos estar abiertos a todo, porque
Vivimos en una cultura y una época tan inmensamente ricos en basura como en tesoros. En ocasiones es un poco difícil diferenciar la basura del tesoro, así que nos contenemos, temerosos de pronunciarnos. Pero como queremos darnos consistencia, recoger verdades a muchos niveles y de muchas maneras, probarnos en la vida y probar las verdades de otros que se nos ofrecen en tiras cómicas, shows televisivos, libros, revistas, periódicos, obras de teatro y películas, no debemos temer que nos vean en mala compañía.En resumen, un librito interesante, rápido de leer y que se cierra con algunos poemas que nos muestran a un Bradbury un poco épico y como envarado; nada que ver con sus textos en prosa, mucho más poéticos.
Soy lo que hago; por eso estoy aquí.
¡Soy lo que hago!
¡Para eso vine al mundo!
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