Plataforma, de Michel Houllebecq

Este es otro de los libros rescatados de la limpieza anual y uno de los pocos que conserva cierta aureola de escándalo, aunque su efecto se ha neutralizado bastante. Michel Houllebecq es ya uno de los grandes nombres de la literatura francesa contemporánea y también lo que podríamos llamar un intelectual total, capaz de escribir ensayos, artículos, polemizar en la radio, etcétera. Aún tengo por ahí pendiente su ensayo El mundo como supermercado.

Esta Plataforma fue su cuarta novela y para ser sincero, me ha interesado más de lo que me ha gustado. Es decir, puedo recomendar su lectura como ejercicio, para saber de tendencias, de técnicas y hasta de literatura francesa; pero soy incapaz de recomendarla como distracción, por el mero placer de la lectura de una buena novela.

¿Es mala? No. ¿Es aburrida, plana? No ¿Es apasionante? A mí no me lo parece. En esta novela, Houllebecq es frío como el hielo y tengo la impresión de que ha buscado deliberadamente el escándalo; que el tono, las circunstancias y peripecias de sus personajes están desarrolladas única y exclusivamente para epatar. No es que la historia o sus protagonistas te asombren o te maravillen, sino que todo lo que hacen busca maravillarte. No sé si me explico.

Es como con los grandes actores en buena parte de sus películas: hacen de sí mismos y no de sus personajes: Al Pacino está espléndido como Shylock pero no es el mercader de Venecia, es Al Pacino haciendo de Shylock. Lo mismo sucede con los personajes de Houllebecq: sus acciones no están determinadas por los acontecimientos, sino por la inamovible voluntad de su creador para que hagan lo que tienen que hacer para que la acción se desarrolle en un sentido.

Toda la acción parece un conjunto de tareas programadas, de acciones encadenadas con precisión sin dejar nada al azar, aunque en la superficie el texto fluya y tenga un tono casual. Por eso puedo recomendarla como uno de los libros más interesantes que he leído y también que menos me ha gustado.

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