Los libros que no leo son los que no me roban el tiempo



















Esto es un autohomenaje, porque yo lo valgo (la imagen es de Pixel)


Ya hay más de cien textos escritos sobre libros en este blog, aunque confieso que no están todos los que he leído desde que empecé. Algunos no los he mencionado por raros -o por guarros, ser un erotómano a tiempo parcial es lo que tiene-, otros por vergüenza -¡cómo! ¿pero todavía no habías leído tal cosa?-, otros porque eran lecturas obligadas, profesionales o así, y alguno hay que, simplemente, se me han olvidado o me ha dado pereza.
También hay muchos libros que, simplemente, no he leído porque no me ha dado la gana. La lista de lo que leo dice mucho de mí, y también lo que pienso de lo que leo o la huella, más o menos profunda, que esas lecturas dejan. Pero los libros que no leo, que decido no leer, también dicen de mí.
Casi no leo novelas, así que eso deja fuera buena parte de lo que se publica y de las novedades, incluyendo los éxitos de venta de variado pelaje: suecos, barceloneses, etcétera, etcétera. ¿Y no las leo porque son éxitos de ventas? No. De hecho, he leído muchas novelas que son éxito de ventas: desde Madame Bovary hasta El señor de los anillos. No las leo porque no me gustan las historias, para que me cuenten una historia, para que me narren algo, prefiero el cine, el cómic y las series de televisión.
Sólo quedan, pues, los ensayos y la poesía, cómo únicos referentes impresos de mi tiempo. O dicho de otro modo, sólo leo para que me enseñen y para que me emocionen, pero no para que me entretengan. Una vida humana es muy corta y hay tanto por aprender, que yo digo como Ovidio "Cum moriar, medium solvar et inter opus", quiero que me sorprenda la muerte en pleno trabajo.

Technorati:

Comentarios

Entradas populares de este blog

El vertedero, de Djuna Barnes

La función de la crítica, de Terry Eagleton

El dinosaurio anotado, de Lauro Zavala